Astrología: el lenguaje del cosmos

Cosmos es todo lo que fue, todo lo que es y todo lo que será.
- Carl Sagan.

Cuando empecé a introducirme en la astrología fue porque me daba cuenta de las sincronías que sucedían entre lo que sentía, pensaba o hacía, y lo que estaba ocurriendo en el cielo. A raíz de ir estableciendo vínculos entre lo de arriba y lo de abajo, fui aprendiendo más profundamente el lenguaje astrológico para ir descifrando los mensajes energéticos del cosmos.

Para ello fui afinando, por un lado, la escucha interna y la percepción y, por el otro, fui estudiando la naturaleza, que es el origen de la astrología, y observando sus correspondencias energéticas.

Entendí entonces que la astrología está en todo, en el cosmos, en la naturaleza, en las plantas, en nuestro cuerpo, en nuestra psique. Y en vez de aprender el lenguaje astrológico conceptualmente, memorizando características de cada planeta o signo, fui inmergiéndome en el propio lenguaje, absorbiendo la cosmovisión que nos presenta. En definitiva, fui aprendiendo astrología desde la propia astrología, que se manifiesta en todo lo que existe. En ello, la naturaleza ha sido mi gran maestra, pues la percepción sensible del mundo natural y la observación de sus ciclos y patrones, me ha dado la llave para comprender su estructura energética y sus elementos fundacionales, que es de lo que nos habla la astrología. Por lo que he aprendido astrología, sobre todo, cuando he podido sumergirme en la lectura simbólica del mundo.

La astrología, en su origen etimológico griego, es el estudio de las estrellas, con la intención de comprender cómo funcionan las leyes del universo y dar sentido al misterio de la existencia. La astrología despliega un puente que une el Cielo y la Tierra. Sintetiza, a través del lenguaje simbólico, una cosmovisión que ve el universo como un Todo interconectado. Nos revela que existe un entramado energético, un conjunto de fuerzas universales (o arquetipos, según Carl Jung), que se manifiestan en el macrocosmos y en el microcosmos, como un fractal que se desenvuelve sincrónicamente en todo lo que existe. Entendiendo así que, como es arriba es abajo, y como es afuera es adentro. Porque todo forma parte del Todo.

Es decir, una misma energía arquetípica se materializa en la realidad de muchas formas diferentes, estableciendo correspondencias energéticas entre ellas. Por ejemplo, el arquetipo del Sol se manifiesta en la estrella central de nuestro sistema solar, en el corazón como el centro de nuestro organismo, y en la esencia que configura el centro mismo de quién somos. Pero también, según su correspondencia energética, la misma energía solar la encontramos en el cenit del mediodía, en el esplendor del verano, en la plenitud de la luna llena, o en la luz que emana la caléndula en flor. 

Desde esta visión vamos a ir adentrándonos, poco a poco, en la astrología para poderla comprender desde la base, desde su origen.

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