La aromaterapia, tal y como la entendemos actualmente, es el uso de los aceites esenciales de plantas con fines terapéuticos. Según la administración de estos aceites esenciales, tendrán efectos fisiológicos o psicológicos. Si utilizamos vías de entrada que impliquen absorción del aceite esencial como la vía oral -ingestión- o cutánea -a través de la piel-, tendrán un efecto fisiológico sobre el cuerpo. En cambio, la vía olfativa -olfacción o difusión- se basa en la inhalación de las moléculas que desencadena un efecto psicológico sobre el cerebro y las emociones.

Cada elixir contiene la estructura vibratoria específica de cada flor y actúan a nivel energético para restablecer la armonía. Lo bonito de este remedio vibracional es su sencillez de elaboración (flor, agua y sol), pues lo pone al alcance de todos, y su facilidad de utilización, ya que son completamente inocuas. Al tomarlas, te acompañan a nivel psicoemocional y espiritual en tus propios procesos internos de una forma suave y sutil pero intensa, profunda y transformadora. Tanto pueden servir para estados emocionales puntuales y transitorios, como nervios, estrés, ansiedad o miedo por algo concreto, como para ir profundizando hasta a la raíz de heridas, bloqueos, dificultades o estados emocionales más profundos, así como darte la mano en tu camino espiritual, permitiendo ampliar y elevar la conciencia.

En el preciso momento en que naciste, tu ser se impregnó de la vibración justa y concreta de ese instante, de la energía que estaba sucediendo y dando forma a todo lo que nacía y acontecía en ese momento. No es una cuestión de influencia del cielo o los planetas sobre ti, sino de la correspondencia energética entre todo lo que estaba siendo. Se podría entender de forma similar a que, cuando el reloj marca las doce, no está provocando que sea esa hora, sino que están sucediendo ambas cosas a la vez. Cuando leemos el reloj, sencillamente nos está informando de la hora que es.

Cuando empecé a introducirme en la astrología fue porque me daba cuenta de las sincronías que sucedían entre lo que sentía, pensaba o hacía, y lo que estaba ocurriendo en el cielo. A raíz de ir estableciendo vínculos entre lo de arriba y lo de abajo, fui aprendiendo más profundamente el lenguaje astrológico para ir descifrando los mensajes energéticos del cosmos.

Para ello fui afinando, por un lado, la escucha interna y la percepción y, por el otro, fui estudiando la naturaleza, que es el origen de la astrología, y observando sus correspondencias energéticas.